2 ene 2011

Malas noticias

La noticia no rebota en los medios (al menos hasta el mediodía). Sí en los blogs y se desparrama como un rizoma de indignación.
Lo leo varias veces y todavía no lo puedo creer. Domingo 2 de enero de 2011 y lo que prometía ser un día para descansar, donde el calor iba a dar una pequeña tregua por estos pagos (La Plata), empieza con una noticia muy dolorosa. Ayer me sentía muy positivo respecto de empezar el año y respecto de empezar el blog. El año que promete ser duro, porque vamos a tener que dar muchas discusiones, habrá que bancarse muchas operaciones y operetas de parte de la reacción, vamos a tener que remarla: yo tengo parientes que piensan que la asignación universal por hijo es algo malo…
En fin, que toda la onda positiva que tenía ayer (incluso, estaba muy contento por el nombre que le puse al blog, porque lo tiré con la seguridad de que no estaría disponible y tuve la grata sorpresa de que sí), que todo eso, decía, se me hace pedazos contra el piso cuando veo que a un par de kilómetros de mi casa, centenares (hoy son 130 confirmados, pero seguro son muchos más) de seres humanos son reducidos a la servidumbre para beneficio de una empresa trasnacional. Personas (de las más frágiles, por supuesto, de nuestro entramado social) sometidas literalmente a la esclavitud para beneficio de una empresa líder, una empresa “a la que le interesa el país”. Privados de su libertad, sin siquiera saber dónde estaban, obligados a comprarle la comida al patrón, como en los campamentos de La Forestal.
A la mierda con el país de la libertad.
Para que estas cosas no pasen más es que tenemos que trabajar.
Seguramente seguirá habiendo unos cuantos hijos de puta que consideren que lo único importante en el mundo es aumentar sus ganancias, aún a costa de esclavizar a unos negros del norte, que total, ni alma deben tener. Seguramente los habrá siempre, pero para que no tengan lugar, para que no tengan margen de maniobra, para que sean repudiados por todos, vayan en cana los que tengan que ir y los que no, que no puedan caminar más por la calle, es que tenemos que trabajar.
Somos más. Tenemos que saberlo y tenerlo siempre presente. Nosotros somos más que estos hijos de puta y tal vez no tengamos siempre una oportunidad tan clara de pegarles como tuvo este fiscal Giagnorio, pero sí tenemos que tener la convicción, los huevos que hacen falta, y la disposición de darles pelea dónde los encontremos.
Con un dolor muy profundo, pero con más ganas que antes; con las tripas revueltas por el asco, pero con las convicciones más firmes, tenemos que hacer todos los aportes que podamos para construir una sociedad que termine por incluir a todos. Tenemos que trabajar para eliminar las condiciones que hacen posible que seres humanos sean sometidos a esta y a cualquier forma de esclavitud.

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